Estados Unidos, América del Sur y Brasil: seis tópicos para una discusión
Di p l o m a c i a , Es t r a t E g i a y po l í t i c a nº 9 – En E r o /ma r z o 2009
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Es estos dos siglos de vida independiente, las luchas políticas y territoriales
de Sudamérica nunca alcanzaron la intensidad, ni tuvieron los mismos
efectos que en Europa. Tampoco se formó, en el continente, un sistema
integrado y competitivo, de Estados y economías nacionales, como ocurriría
en Asia después de su descolonización. Como consecuencia, los Estados
latinoamericanos nunca ocuparon una posición importante en las grandes
disputas geopolíticas del sistema mundial y funcionaron durante todo el siglo
XIX, como una especie de laboratorio de experimentos del “imperialismo del
libre comercio”. Tras la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría,
los gobiernos sudamericanos se alinearon con Estados Unidos a excepción de
Cuba después de 1959
5
. Al terminar la Guerra Fría, durante la década de 1990,
de nuevo, la mayoría de los gobiernos de la región adhirieron a las políticas
y reformas neoliberales preconizadas por Estados Unidos. A partir de 2001,
sin embargo, la situación política del continente cambió con la victoria, en
casi todos los países de América del Sur, de fuerzas políticas nacionalistas,
desarrollistas
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y socialistas. Con la gran novedad que esta inexión hacia
5 Después de 1991 y del n de la Guerra Fría, los Estados Unidos mantuvieron y ampliaron su ofensiva
contra Cuba, a pesar de mantener relaciones amistosas con Vietnam y China. En el auge de la crisis
económica, provocada por el n de sus relaciones preferenciales con la economía soviética, entre 1989 y
1993, los gobiernos de George Bush y Bill Clinton trataron de hacer jaque mate a Cuba, prohibiendo a
empresas transnacionales norteamericanas, instaladas en el exterior, negociar con los cubanos, y después
imponiendo multas a empresas extranjeras que tuviesen negocios con la isla, a través de la ley Helms-
Burton 1996.
6 La elección de Fernando Lugo para Presidente de Paraguay en 2008, fue una más de la serie de victorias
de las fuerzas políticas de izquierda, siguiendo las elecciones de Hugo Chávez, Luis Ignacio da Silva,
Michelle Bachelet, Nestor y Cristina Kirshner, Tabaré Vásquez y Rafael Correa. Este cambio político-
electoral trajo de vuelta algunas descartadas durante la década neoliberal de 1990. Son ideas y políticas
que se remontan, de cierta manera, a la revolución mexicana y en particular al programa del Presidente
Lorenzo Cárdenas adoptado en la década de 1930. Cárdenas fue un nacionalista y su gobierno hizo
una reforma radical, estatizó la producción de petróleo, crió los primeros bancos estatales de desarrollo
industrial y de comercio exterior de América Latina, invirtió en la creación de infraestructura, practicó
políticas de industrialización y de protección al mercado interno, implantó legislación laboral y adoptó una
política externa independiente y antiimperialista. Después de Cárdenas, este programa se transformó en el
denominador común de varios gobiernos latinoamericanos que en general, no fueron socialistas ni siquiera
de izquierda. Aún así, sus ideas, políticas y posiciones internacionales se transformaron en una referencia
importante del pensamiento y de las fuerzas de izquierda latinoamericanas. Basta recordar la revolución
campesina boliviana de 1952, o el gobierno democrático de izquierda de Jacobo Árbenz en Guatemala,
entre 1951 y 1954, la primera fase de la revolución cubana entre 1959 y 1962, y el gobierno militar reformista
del General Velasco Alvarado en Perú, entre 1968 y 1975. En 1970, estas ideas reaparecieron también en
el programa de gobierno de la unidad popular de Salvador Allende, que proponía una radicalización
del “modelo mexicano” con la aceleración de la reforma agraria y la nacionalización de las empresas
extranjeras productoras de cobre, al mismo tiempo que defendía un “núcleo industrial estratégico”, de
propiedad estatal, que debería transformarse en el embrión de una futura economía socialista.