
La Vida y La Obra de Gabriel García Márquez – Josemar Gonçalves Castor
Él, primogénito de una familia muy numerosa, fue criado por sus abuelos maternos — el
Coronel Nicolás Márquez y Doña Tranquilina Iguarán — en una casa antigua y muy
grande. Además de los tres, también vivían en la casa varias tías solteronas y algunas
criadas. Él atribuye a ellas un papel significativo en su formación: ―No puedo
imaginarme un medio familiar más propicio para mi vocación que aquella casa
lunática, en especial por el carácter de las numerosas mujeres que me criaron.‖
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La
casa propiamente dicha permanece viva en sus recuerdos hasta el día de hoy: ―Todos
los día de mi vida despierto con la impresión, falsa o real, de que he soñado que estoy
en esa casa. No que he vuelto a ella, sino que estoy allí, sin edad y sin ningún motivo
especial, como si nunca hubiera salido de esa casa vieja y enorme.‖
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Pero para
García Márquez, la figura más importante siempre fue su abuelo, la persona a quien él
más quería en toda la familia. El coronel había luchado en la famosa Guerra de los Mil
Días (1899-1902), en que murieron hacia 80.000 personas en una población de unos
4.000.000.
Su partera Juana de Freites, una venezolana exiliada en Aracataca, era más una
presencia constante en la casa y contribuyó para su oficio de contador de historias,
como señala Gerald Martin: ―La señora Freites no fue sólo una presencia valiosísima en
el nacimiento de Gabito, sino que más tarde sería ella misma quien le contara a él y a
sus amiguitos una serie de cuentos de hadas clásicos — ¡todos situados en Caracas! —
que contribuirían para el apego que siempre sintió por la capital de Venezuela.‖
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Cuando García Márquez tenía ocho años de edad, el coronel murió de cáncer. Eso
fue un golpe muy duro para él. Siguió viviendo en la misma casa con su abuela pero,
cuando ella se quedó ciega y comenzó a tener serios problemas de salud por causa
de su edad avanzada, él se fue a vivir con sus padres. Tenía once años. Llevaron una
vida nómada y muy difícil. Su padre abrió y cerró farmacias en varias ciudades
colombianas como Aracataca, Barranquilla, Cartagena de Indias, Sincé y Sucre. A los
catorce años sus padres, que entonces vivían en Sucre, lo mandaron de vuelta a
Barranquilla, dónde vivió en la casa de un primo suyo. Estudiaba en el tradicional
colegio jesuita San José, dónde empezó a leer poemas. Es en esa época que él tiene
sus primeros contactos con una clase de personas que, años después, sería un tema
recurrente en sus libros: las prostitutas. Su padre había vendido unas medicinas al fiado
al dueño de un burdel y le mandó que fuera allá para cobrar la deuda. Allí él
descubre que su hermano Luis Enrique frecuentaba el lugar y empieza a hacer lo
mismo.
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En 1944, a los diecisiete años, García Márquez ganó una beca para estudiar en el
Liceo Nacional, en la ciudad de Zipaquirá, cerca de Bogotá. Su llegada a la gran
metrópoli colombiana, al fin de un viaje de cinco días en buque y en tren fue para él
motivo de mucha tristeza. Sobre eso escribe Plinio Apuleyo Mendoza: ―Y al cabo de
este largo viaje, una tarde de enero que hoy recuerda como la más triste de su vida,
se encontró en la estación ferroviaria de Bogotá, vestido con un traje negro que le
habían recortado de su padre, chaleco y sombrero.‖
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El propio García Márquez
describe la ciudad con líneas llenas de melancolía: ―Bogotá era entonces una ciudad
remota y lúgubre donde estaba cayendo una llovizna insomne desde principios del
siglo XVI.‖
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Las cosas no mejoran mucho cuando él se instala en la ciudad vecina de Zipaquirá
―Para él, nacido en el Caribe, «aquel colegio era un castigo y aquel pueblo helado