LAS AVENTURAS DE TELÉMACO
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dable y caprichosa, no deja tarde o temprano de
hacer justicia a su manera al verdadero mérito.
Con todo ¿queréis evitar la ingratitud? no traba-
jéis únicamente para hacer al hombre poderoso,
rico, temible en las armas, feliz con los deleites: esa
gloria, esa abundancia, esos placeres, le corrompe-
rán: será así más perverso, y por consecuencia más
ingrato; porque le ofrecéis un don funesto, un rega-
lado tósigo. Trabajad, si, en reformar las costum-
bres, en inspirar ideas y sentimientos de justicia, de
sinceridad, de temor a los dioses, de humanidad, de
moderación, de desprendimiento, de fidelidad; ha-
ciendo buenos a los hombres, impediréis que sean
desagradecidos, y les proporcionaréis el verdadero
bien, que es la virtud, la cual, siendo como debe ser,
los unirá siempre a quien la habrá infundido en sus
corazones. De ese modo, dándoles verdaderos bie-
nes, sacaréis provecho vos mismo a vuestra obra, y
no tendréis que temer su ingratitud. ¿Debe extra-
ñarse que los hombres sean ingratos con príncipes
que no los han acostumbrado más que a la injusti-
cia, a la ambición sin límites, a la envidia de sus ve-
cinos, a la inhumanidad, la soberbia y a la mala fe?
El príncipe debe esperar de ellos lo que les ha ense-
ñado. Si al contrario con su ejemplo y su autoridad