
PLOTINO Enéada : SOBRE EL BIEN O EL UNO
1. Todos los seres tienen su existencia por el Uno, no sólo los seres así llamados en el
primer sentido, sino los que se dicen atributos de esos seres
[i]
. Porque, ¿qué es lo que
podría existir que no fuese uno? Si lo separamos de la unidad deja inmediatamente de
existir. Ni el ejército, ni el coro, ni el rebaño tendrían realidad alguna si no fuesen ya un
ejército, un coro o un rebaño. Del mismo modo, la casa y la nave carecen de existencia si no
poseen unidad; porque tanto la una como la otra son una unidad y, si ésta se pierde, dejan
también de ser nave y casa.
Las magnitudes continuas no tendrían razón de ser si no poseyesen la unidad. Ahí tenéis un
ejemplo: dividís una magnitud, y perdida ya su unidad, cambia necesariamente de ser. Igual
acontece con las plantas y con los animales; cada uno de ellos es un cuerpo; pero un cuerpo
que, si pierde su unidad, se descompone en múltiples partes, dejando de ser lo que antes
era. Lo que surge entonces son tantos seres cuantas partes haya y cada uno de ellos
presenta a su vez una unidad.
Se da la salud cuando hay en el cuerpo unidad armónica, la belleza cuando la unidad
mantiene unidas las partes, y la virtud en el alma cuando la unión de las partes resulta de un
acuerdo. Pues bien, dado que el alma, fabricando y moldeando el cuerpo y concediéndole la
forma y el orden, lleva todo a la unidad, ¿convendrá acercarse hasta ella y decir que es ella
misma la que dirige este coro de la unidad o incluso que es ya el Uno? O, puesto que el
alma otorga a los cuerpos unas cualidades que no posee, como la forma y la idea que son
algo diferente a lo que ella es, y asimismo la unidad, que del alma proviene, ¿ha de creerse
que esa unidad que el alma da es diferente de ella, y que lo que hace realmente el alma es
que cada ser sea uno por la contemplación del Uno, no de otro modo que como ocurre con
el hombre, donde se recoge y plasma la unidad por la contemplación del hombre ideal?
De los seres de los que decimos que son un ser hacemos esta afirmación con una referencia
concreta a su propia realidad. De modo que cuanto menos ser menos unidad, y cuanto más
ser más unidad. Así también el alma, que es diferente del Uno, tiene más unidad en la
medida en que posee más ser; pero eso no quiere indicar que ella sea el Uno. Naturalmente
que el alma es una, mas la unidad es para ella como un accidente. Alma y uno debemos
considerarlos, pues, como dos cosas distintas, como si fuesen cuerpo y uno.
La magnitud discontinua, cual es el caso del coro, está muy lejos de la unidad; la magnitud
continua, en cambio, está muy cerca. El alma, por su parte, aún tiene ahí una participación
mayor. Si, puesto que el alma no puede existir sin ser una, se quisiera identificar el alma y la
unidad, habría que hacer notar ante todo que lo que ocurre con el alma acontece con todos
los demás seres, esto es, que no pueden existir sin la unidad y; sin embargo, la unidad es
algo diferente de ellos, porque el cuerpo, por. ejemplo, no es lo mismo que la unidad,
aunque participe desde luego de ella. Además, el alma, que nosotros consideramos una, es
múltiple, aunque no se advierten en ella partes componentes. Es múltiple, porque se
encuentran en ella diversas facultades, como la facultad de razonar, o la de desear, o la de
percibir, todas enlazadas entre sí por el vínculo de la unidad. He aquí por consiguiente, que
el alma da una unidad a los seres, que, a su vez, ella recibe de otro ser
[ii]
.
2. ¿No es acaso cierto que en cada ser particular su esencia y su unidad son una misma co-
sa, y que, en lo que atañe a la totalidad del ser y de la esencia, esencia del todo y unidad del
todo son también idénticas? Así es que basta descubrir el ser para descubrir igualmente su
unidad. Veamos: si, por ejemplo, la esencia es la Inteligencia, el Uno será también la
Inteligencia, como primer ser y primera unidad que es, por la cual las demás cosas
participan en el ser y, según esto, en la unidad.
¿Qué podría decirse del Uno sino que es el ser mismo? Porque es realmente idéntico al ser.
Decir "hombre" y decir "un hombre" es afirmar lo mismo. Aunque también podría ocurrir que
cada cosa tuviese su número y que así como de una pareja digo dos, así de una sola cosa
digo que es una. Pero es claro que si el número es un ser, también naturalmente lo será la
unidad y convendrá entonces averiguar lo que es. Ahora bien, si el número no es otra cosa
que un acto del alma, que recorre los seres contándolos, la unidad pierde ya todo valor. Mas
la razón nos decía que un objeto que pierde su unidad no es en absoluto. Habrá que ver, 'por
tanto, si la unidad y el ser se identifican en lo particular y en lo universal. Porque, si el ser de
un objeto no es otra cosa que una multiplicidad de partes y si, por otra parte, es imposible
que la unidad sea una multiplicidad, el otro y el ser son realmente cosas diferentes.
El hombre es un animal racional y, además, muchas otras cosas, enlazadas todas ellas por
la unidad. Así pues, el hombre es distinto de la unidad dado que él es divisible y la unidad no
lo es. El ser universal, que reúne en sí todos los seres, es, con mucha más razón, un ser
múltiple y diferente de la unidad, y ello aunque participe de esta misma unidad. Porque el